El necesario crecimiento

15 abril, 202010:57 pmAutor: Agustín de la Rosa CharcasCapital Opinion

Para cualquier país del mundo que tiene como eje de movilidad la corrupción, como es el caso del nuestro, que por décadas, lo que se conoce como el neoliberalismo, las corruptelas se han profundizado a niveles poco vistos en la historia. Los problemas de cualquier tipo se magnifican de manera exponencial. El gobierno de la 4T, libra una batalla en contra del flagelo. Empieza por la cúpula del poder económico y político. Batalla que si va a fondo, tendrá que llegar a los ex presidentes, los usurpadores, como lo fueron Salinas y Calderón. Los frívolos, grises, Zedillo, Fox y Peña Nieto. Aún y cuando el presidente opine que no quiere hacerlo, es algo que escapa a su poder real.

El presidente lo sabe, está en la voluntad popular organizada, que votó en contra de los corruptos. Y tales personajes son los responsables. En un país presidencialista como México, los mayores escándalos de corrupción y violencia nos han azotado en las últimas tres décadas. La tarea de acabar con los corruptos y los saqueos que permean en todos los niveles de la estructura de poder federal, estatal y municipal, es titánica. Enorme. Las raíces son profundas. No será fácil, ni rápido. La contaminación se asoma sin ningún recato en algunos personeros, casi todos, que llegaron a espacios de poder de la llamada 4T.

Ni que decir de los corruptos de siempre con trayectoria en el PRI, sí, pero como priistas que destacaron como corruptos, es el caso, por ejemplo, de la familia Arreola, en Soledad. Son los que tienen el control operativo en la secretaría del bienestar en el estado. Si imaginamos que con el sólo hecho de acabar con los malos manejos administrativos el país empezará a cambiar en todos los órdenes, de forma automática, estamos un error. Es importante acabar con la corrupción, como parte toral para aspirar a otro país. Pero no es suficiente. Se requieren políticas de gobierno que incidan de manera directa en la reactivación de la economía.

La política económica debe ser enfocada en un beneficio que tienda a apoyar a las clases más débiles. Lograr en la vía de los hechos, una mejor distribución de la riqueza que el país genera. Una política que cambie la realidad actual en la que, como lo señala el informe de la confederación no gubernamental OXFAM el pasado 20-01-20, que solo seis mexicanos (Carlos Slim Helú, Germán Larrea Mota Velazco, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailleres González, Eva Granda de la Rivera y María Asunción Aramburuzavala) concentran una riqueza que representa el equivalente a ocho veces la que tienen en conjunto 62 millones de mexicanos, y que es también el equivalente a tres veces lo que tiene el resto de los mexicanos.

El cambio real y de fondo se dará cuando logremos tener un país en el cual la distribución de la riqueza sea más justa. Más democrática. Nuestra nación no será democrática en verdad, sólo si se logra tener un sistema político en el cual se respete el voto de manera libre, sin coacción, pero aún existe un sistema de extrema desigualdad social. La democracia a la que se debe aspirar es la que garantice una política y economía transparente. Sólo entonces podemos presumir al mundo que somos un país democrático en su más amplio concepto.

El riesgo del movimiento impresionante que se dio el pasado primero de julio del 2018, es que no se logre erradicar la violencia, la impunidad y la corrupción. Pero también, que no se revierta el estancamiento de la economía nacional. Se tienen que aplicar medidas concretas que nos permitan reactivar la economía, una de las ramas más sensibles del país lo constituye la construcción. Un dato que nos ilustra el tamaño de lo que representa tal rama es el que brinda el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática en el 2017, que alcanzó una inversión del 9% del Producto Interno Bruto. La fuerza productiva genera también un 10 al 12% de la mano de obra.

El impacto en la reactivación de la economía se debe a que vincula de manera directa 66 ramas de la producción. Otro dato importante que la 4T no debe perder de vista, es que más del 85% de las empresas de la construcción son medianas y pequeñas. Son las que más empleos generan. Se debe cambiar la inercia que el neoliberalismo ha implantado, consiste en la concentración de los trabajos en muy pocas empresas, pocas de las medianas y las más en las grandes. Se debe socializar la obra en tal forma que el Estado garantice que todas las empresas medianas y pequeñas tengan garantizado el trabajo.

Hay que fortalecer el esfuerzo productivo de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas para reactivar la economía nacional que se encuentra estancada, asoma signos de recesión. Los retos de la 4T son enormes para lograr instalarse y rendir frutos. Es fundamental que el poderoso movimiento social, no fracase, porque la recaída en las fauces de la corrupción, la violencia y la impunidad, serán funestas para el presente y futuro de la nación.

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