
Árbitros Llaneros: pasión y sacrificio
1 mayo, 20227:16 pmAutor: Juan Pablo Moreno GuzmánDeportes
En el fútbol, a lo largo de la historia, las hazañas, proezas deportivas, se han escrito y plasman por lo que hacen 22 protagonistas. Por su actuar en el campo, ya sea en lo profesional o amateur, han dejado un sinfín de relatos. Los jugadores son los artífices primordiales del fútbol y cualquier otra disciplina. Pero a lo largo de la historia, se ha echado de menos y relegado el actuar de un personaje protagonista que en ocasiones se convierte en el antagónico o villano, dada la perspectiva en la toma de decisiones que benefician o perjudican. La olvidada y muchas veces desdeñada figura corresponde al árbitro, silbante, juez, abanderado, nazareno o señor.
Aun el sector profesional es tratado con desdén, resultan víctimas de la violencia verbal y física. Sin embargo, las peripecias no son ajenas en el mudo llanero, donde también existen mujeres y hombres valerosos, que optan por vestir cada fin de semana, la indumentaria negra o fosforescente, para aplicar el orden y la justicia en los partidos. Lo hacen por la pasión que los inspira o una forma de generar un ingreso extra.
Un ejemplo de héroes anónimos son los silbantes amateurs, Luis Rodríguez, “El Flaco”, como se le conoce en sus 19 años de trayectoria y Jorge Luis García, con 11 años de experiencia. Ambos tienen un amplio recorrido en el fútbol potosino, donde aplican las reglas fundamentales y enfrentan las rigurosas consecuencias de ser jueces de jugadas complicadas.

La mejor forma de conocer sus despliegues y vivencias es verlos en los campos llaneros, donde el fútbol se vive de manera natural. Los silbantes retan a la cruda y con frecuencia fatídica realidad. Acuden a los campos ubicados en el camino antiguo a Cerro de San Pedro, que colindan con huertas de alfalfa trabajadas por un señor de edad avanzada y su hijo, que en sus descansos, funge como un espectador. A veces hace labores desinteresadas como recolector de balones, cuando la pelota cae a escasos metros de sus tareas. La unidad deportiva está rodeada por singulares comercios de comida. No falta la pequeña tienda de abarrotes, que funciona más como expendio de cerveza para amenizar y refrescar las jornadas de los hinchas y jugadores, que optan echarse unas “frías”, bajo la sombra de un viejo mezquite. En las canchas resalta el verde pasto que exhibe un adecuado mantenimiento.
Luis Rodríguez “El Flaco” y Jorge Luis García, fueron requeridos para arbitrar la jornada 12 de la liga Tangamanga. Rodríguez fue llamado quizás por su mayor experiencia o simple destino silbar el partido de mayor expectativa de la jornada. Un choque de la categoría estelar entre el primer sitio, Huastecos Garsot y hasta entonces, el tercero, Recicladora Ramírez-Pagasa. Luis García fue exigido para un encuentro de la categoría primera b, no menos complicada. Las escuadras no arriesgaban nada, debido a que Constructora Agundis, está en el penúltimo sitio de la tabla general y su similar, Castidm, en el 12, muy alejados de liguilla.
Ambos partidos fueron pactados para las 10:15 de la mañana del domingo 1 de mayo. No obstante que se conmemora el día del trabajo, ambos silbantes se presentaron al compromiso. Llegan anticipados, con el fin de preparar su indumentaria muy parecida a la de sus colegas profesionales. “El Flaco” optó por un color rojo, mientras García prefiere el verde. Sus herramientas de trabajo que constan apenas de una tarjeta roja, amarilla, libreta y pluma. Aunque todavía falta tiempo para el encuentro, ambos árbitros se dirigen al centro del campo para solicitar los jugadores, las credenciales de registro. Los incentivan a jugar limpio y llevar el partido a mejores términos. Luis Rodríguez bromea un poco con deportistas, que le piden sin malicia, ser riguroso con el equipo rival.
García, más ecuánime, saluda a los futbolistas. Les propone jugar limpio. Enfatiza que es un juego y lo importante es divertirse. Antes de iniciar el encuentro, se untan algo de bloqueador en los rostros, para amortiguar los rayos del infernal sol que ya se asoma inclemente. Como un ritual, ambos piden a dios para que el juego se lleve sin violencia, sin altercados graves, para regresar sanos a casa. En los primeros minutos, Luis Rodríguez se mostró enfocado en cuidar las jugadas peligrosas y marcar para bajar un poco el ímpetu de los jugadores. Por ser un partido importante en la jornada, se muestran efusivos, con entradas fuertes en las disputas por el balón.
La dinámica del partido, con las incesantes idas y vueltas, hizo que Rodríguez y los competidores, no se dieran cuenta de la intromisión al campo de juego de una perrita café amarilloso, que feliz se arrastraba sobre el césped. Quería despabilarse tras una larga noche de insomnio, entre bostezos, optó convertir el sitio en su recinto para dormir. El idilio se acabó cuando el Meta de Pagasa, la conminó a salir de la cancha. Ante el dinamismo, a los 12 minutos se hizo notar “El Flaco” ante una ofensiva por parte del Pagasa, ya que traban y derriban a Rogelio Cruz, que buscó adentrarse en el área rival. Atento a los pocos metros de la jugada, Rodríguez marcó penalti. Unos le reclaman el castigo máximo, otros, que expulse al infractor.

Sólo el fin del mundo cambiaría lo decidido por el silbante, que toma la pelota y se dirige a la portería. Cuenta los once pasos reglamentarios y entrega bola al tirador. Ante una jugada audaz, solventada por un dictamen imparcial, cambia el rumbo del encuentro. El 1-0 favorece a Pagasa. Al minuto 23, Guillermo Trilla, de los que llevan ventaja, conduce el esférico en la media cancha. Los contrarios lo tumban. Rodríguez muestra la primera tarjeta amarilla contra García Gambo de Huastecos. Marcada la falta, Alan Soria, de Pagasa, reanuda las acciones sin permiso de la autoridad, lo que le genera una tarjeta amarilla, por indisciplina. El aludido se mostró retador, reclamó enojado el súbito castigo. Rodríguez mostró temple de acero ante los rudos reclamos. Impone su fuerza legal. Conmina al cismático a que se tranquilice o se hará acreedor a otra amarilla y ser expulsado por agredir al árbitro. Rodríguez recupera el orden extraviado por momentos.
Varios minutos, Jorge Pineda, de Pagasa, busca introducirse en el área rival, pero lo tumban. “El Flaco” marcó falta, tiro libre directo. Pineda se encaró con el defensa, a quien apodan “El Bola”. Entre manotazos y mentadas de madre, los ánimos se calientan. Rodríguez, sin perderlos de vista, se dedicó a acomodar la barrera. Le enfatiza a Pineda que ya se había marcado la falta. Lo que aprovecha para marcar el segundo tanto. Al minuto 32, “El Flaco”, atento al encuentro, se percató de un jugador lesionado, por lo que detuvo el balón. Mostró otra faceta más de los silbantes, resguardar la integridad de los jugadores. Su tarea no es sólo juzgar agresiones. Entró el tercer gol de Pagasa. No hay más que reclamos menores. Le exigen a Rodríguez sancionar algunos roces. Algunos Huastecos le solicitan ser más riguroso con los contrarios. Rodríguez culmina la primera parte. En el descanso, mostró un semblante completo, sin huellas de estar agotado. Presume una resistencia física extraordinaria. Amistoso, se acercó a los aficionados a platicar de los sucesos relevantes del partido y ponerse al día de los sucesos cotidianos. Para rehidratarse y afrontar los casi 25 grados ambientales, optó por una paleta de hielo. Al tiempo que la consume, le reclama al técnico de Huastecos, la falta de documentos, lo que provoca el enojo del “Flaco”.

Al concluir el reposo, animoso manda a llamar a los equipos para afrontar la segunda parte. Les dobla la edad y parece estar en mejor estado físico que los 22 jugadores. Inició la segunda parte. Los primeros minutos pasan sin sobresaltos. El silbante mantuvo un juego apaciguado, tal vez por el cansancio que permeaba en algunos jugadores. Ambos equipos promovieron cambios de elementos para aumentar el ritmo del partido y afrontar la parte final del encuentro. El partido se tornó más dinámico, pero Rodríguez, acostumbrado a los altibajos, cruzó el campo en sus extremos, a la par de los actores, de cerca cada jugada, con su cátedra de arbitraje.
Al minuto 70, recurrió a su libreta de anotaciones, para expulsar a Alexis Rivera Pacheco, de Huastecos, tras cometer una mano en medio de la cancha. Era la segunda amarilla que acumuló, por lo que el “Flaco” lo sacó. La medida generó aplausos de aficionados y jugadores, que reconocían su positivo trabajo. Parecía que el duelo se vendría abajo. Sin embargo, Pagasa aprovechó tener mayoría y anotó el cuarto gol al minuto 80. Los Huastecos, al 90, meten el de la honra. En el último cuarto del partido, se notó un árbitro más mesurado en los recorridos. Como el duelo ya estaba resuelto, se mostró menos rigorista en el reglamento. Le dio mayor fluidez al juego, lo que generó en los últimos momentos, un partido aún atractivo. Cerró la historia a los 90 minutos cuando dio el último silbatazo. Terminó un duelo lleno de emociones para los espectadores. Los jugadores y cuerpo técnico se acercaron al silbante, unos para reclamar alguna jugada que no marcó, algunos para hacerle observaciones y renumerar el encuentro. Otros para despedirse y agradecer a Rodríguez su ajetreo. Se le vieron menos movimientos al “Flaco”. Se puede concluir un desgaste físico. Pero ya estaba en marcha una estrategia para recuperar energía, pues iba a tener otro partido más. No se realizó, ya que los equipos no se presentaron.

Al mismo tiempo que el “Flaco”, Jorge Luis García arbitró su partido en la primera B. Fue un choque donde las escuadras exhibieron carencias técnicas. Desde el inicio, hubo acciones ríspidas, tras las constantes faltas cometidas por ambos lados. García se tornó menos complaciente a la hora de marcar. Al minuto 10 sacó la primera tarjeta amarilla, tras una llegada tarde de Gerardo Palomec. Anunció que no iba a tolerar acciones sucias o anti deportivas. Los primeros 45 minutos los condujo de manera adecuada, pese a los constantes choques de los jugadores. Optó reprenderlos y en ocasiones charlar, para hacerles saber los errores. En el medio tiempo, se refugió bajo la sombra de un árbol. Se rehidrató con un agua mientras puso en orden sus apuntes. El semblante mostró un desgaste físico mínimo cuando se encaminó al centro del campo para reanudar el partido. Antes, claro y con autoridad, recomendó jugar limpio. Sabía que la parte complementaria se iba a complicar, pues los equipos saldrían a buscar la victoria.
En la segunda mitad cayeron 4 goles, dos por cada bando. El Castidm anotó al minuto 55 y 79. La constructora Agundis en el 56 y 85. Pero el marcador no exhibe lo sucedido en la cancha, donde se observó un partido lleno de trabas y entradas fuertes. En ocasiones, se mostraron retadores al silbante. García relató que tales encuentros son muy frecuentes. Su experiencia se notó en el campo de juego, donde fue severo a la hora de detener el juego y sancionar de manera verbal o con tarjetas a los infractores. Al minuto 70, por un lance desmedido del Abraham Agundis, de la Constructora Agundis, se ganó la tarjeta amarilla por parte del árbitro, cercano a la jugada. Actuó de manera oportuna y puso calma entre los jugadores, que, de las vociferaciones, pasaron a los manoteos y empujones. Parecía que los ánimos se iban a desbordar, por lo que García optó amonestar a otro jugador de la Constructora Agundis, quien, con su conducta, alentaba el desorden.
Pocos minutos después, en una jugada por la banda izquierda, ante una salvaje entrada, los ánimos explotaron. Entre las dos escuadras empezó un pequeño conato de bronca, con empujones e insultos. García no dudó en sacar los cartones rojos a dos jugadores, uno de cada equipo. Por la Constructora Abundis, fue expulsado Román Guerrero, de Castidm, Alberto Olguín. Los insultos y provocaciones siguieron mientras los sancionados dejaron el terreno de juego. García los urgió, si se tardaban más, iba a cancelar el encuentro. Los últimos minutos pasaron sin contratiempos. García pitó el final. Sus adecuadas actuaciones salvaron un partido que pudo ser desalentador.

El desempeño de dos árbitros llaneros salvó la esencia de una lucha sana y entretenida. En las dos versiones, se exhibió un poco la astucia para afrontar situaciones extremas, adversas, con exceso de partidos por sancionar. “El Flaco” Rodríguez y Luis García, demuestran la importancia del nazareno, que cumple múltiples funciones, al imponer orden y respeto en terreno de juego. También salvan el físico de los contendientes. Fuera de las canchas, García y Rodríguez son amigos de los jugadores, técnicos y aficionados. La figura del árbitro, no debe ser sinónimo de persecución. Ni tampoco objeto de señalamientos, críticas y rechazo. Jorge Luis García sintetiza: “los árbitros, antes de ser jueces que imparten justicia en el campo, somos humanos y nos equivocamos. Estamos sujetos al escrutinio por las decisiones que asumimos. Pero debe existir respeto hacia nuestra persona”.
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