Ruinosos acuerdos políticos

15 octubre, 20207:29 pmAutor: José Enrique González RuizColaboradores Opinion

Sólo se negocia cuando hay un cierto equilibrio de fuerzas, de otro modo, lo que existe es imposición. ¿Más diablos que el diablo? Dicen los políticos que son capaces de pactar “hasta con el diablo”, si avanzan en sus proyectos estratégicos (o sea, los de largo plazo y de alcances profundos). Se escudan en la afirmación de que no renuncian a lo esencial de sus convicciones, sólo toman una ruta más rápida al cumplimiento de los objetivos fundamentales. Es por lo que vemos votaciones de Morena por el PRI en las cámaras, entrega de posiciones políticas a los antiguos enemigos, abrazos entre quienes se confrontaban hace muy poco tiempo. Los que escenifican las obras teatrales presumen incluso de “habilidad política”, pues sostienen que aprovechan momentos de debilidad del adversario para ganarle terreno.

Los que no participan en las jugarretas son mal vistos, pues “carecen de olfato político” y no saben moverse en el proceloso mar de los arreglos entre cúpulas. Es por lo que permanecen en la marginalidad.  En mi opinión, tales acuerdos sólo son válidos cuando se trata de enfrentar un enemigo externo. Por ejemplo, una amenaza de invasión como la que pesa sobre el pueblo y el gobierno venezolanos. Pero creer que se engaña al diablo es erróneo, a menos que los pactantes se crean más diablos que el demonio. Caso Lozoya. ¿Se comercia la justicia? Una de las banderas más desplegadas del actual gobierno es el combate a la corrupción. Casi en todos los discursos y mensajes aparece como uno de los puntos centrales de la política vigente, junto con el relativo a la impunidad. Por eso es importante lo que ocurre en el caso de Emilio Lozoya, a quien se sometió a juicio por manejo indebido de enormes sumas de dinero propiedad de la federación. Lozoya fue director de Pemex, el proveedor de recursos más importante de los gobiernos del Viejo Régimen.

Los temas de la corrupción y la impunidad están ligados a la historia de la paraestatal. Por razones todavía no muy claras, fue el mismo personaje quien manejó los recursos ilícitos que proporcionó la empresa Odebrecht a funcionarios del más alto rango del Viejo Régimen. Se ha publicado que existen videos que involucran en actos ilícitos a personajes del primer círculo del expresidente Enrique Peña Nieto, como Luis Videgaray (quien ejerció una suerte de vicepresidencia de la república) y expresidentes, que, yendo hacia atrás, llegan hasta Carlos Salinas de Gortari. Pero hasta hoy sólo han detenido a personajes de segundo o tercer rango, pues aplicar la justicia se condicionó a obtener algo así como un millón y medio de votos en un plebiscito a plaza abierta. No sería sano que estuviésemos participando en un acto de comercio de la justicia, pues sentaría un precedente negativo para el futuro del país. Y las banderas de anticorrupción y anti impunidad serían otros engaños al pueblo de México.

Los registros de nuevos partidos.- Hubo quienes otorgaron al PRI la presidencia de la cámara de diputados, aceptando ser parte de su fracción parlamentaria en la cámara baja, a fin de que pudiera alcanzar el número de integrantes necesario para ejercer el cargo presidencial. En cuanto pasó la votación y quedó una representante del que fue el Partido de Estado, volvieron al PRD. Burda y notoria fue la maniobra.
Ahora viene el otorgamiento del fiat a nuevos partidos, de los cuales no se hace uno. Todos tienen un padrino que ha acumulado fortuna a costa del quehacer político y con recursos mal habidos. Pero al INE le urge crear socios para que apoyen a quienes hoy lo dirigen. En fin, que sí hay acuerdos políticos por doquier, pero ninguno se basa en principios. Todos van en la dirección de ponerse de acuerdo para seguir pegados al presupuesto del Estado Mexicano. Se asoma la urgencia de una nueva constitución.

                                     Y sí: se reanudaron las clases

Lo que debía pasar, pasó: las clases recomenzaron, no obstante que la pandemia del coronavirus sigue presente. Ya era imposible mantener a millones de niños sin actividad escolar, ansiaban los pequeños utilizar sus lápices y gomas para adornar los cuadernos. Pero no se crea que los niños están de nuevo en sus respectivas aulas,  ahora realizan un ejercicio totalmente nuevo para la mayoría de nosotros. O sea, que aprenden por medios electrónicos.

Las reacciones han sido muy diferenciadas. Van desde la aceptación pasiva de las instrucciones del gobierno, el que afirma que es factible efectuar la tarea educativa utilizando la televisión privada y el apoyo de los padres de familia. Los maestros juegan un rol secundario, pues se limitan a verificar asistencia y otras cuestiones administrativas menores. La otra postura es de total rechazo, fundada en la tesis de que la labor del docente es insustituible, de modo que no debe haber tal tipo de enseñanza. Algunos llegan a decir que es el inicio de la eliminación de la educación presencial.

Ya había tomado cuerpo una hipótesis acerca del virus de la corona: que es producto de una conspiración de los oligarcas del planeta, para eliminar a la gente menos productiva, que es la de mayor edad. Llevar a cabo una especie de poda, para que el árbol pueda seguir creciendo, pero sin el “peso muerto” de las generaciones que ya son una carga muy pesada. Hace ya tiempo que se difunde la idea de que los maestros somos innecesarios, porque el conocimiento ya está generado en los países avanzados y sólo hay que transmitirlo por medio de “facilitadores” a los adquirentes. Tendrían el carácter de “clientes”, pues la edumercancía se traficará en el mercado, igual que se hace ya con otros servicios intangibles. Los insolventes recibirían de forma gratuita sólo el saber indispensable para realizar las tareas elementales en el mundo mercantil.

Habíamos visto a algunos padres y madres reclamar duro a los maestros porque sus hijos tenían malas calificaciones. Supimos de denuncias ante organismos de derechos humanos, porque el docente había disciplinado al hijo. La pandemia enseñará a la mayoría a respetar la labor educativa. Las agotadoras jornadas que vivimos para acompañar a nuestros menores en su formación escolar, nos dejan ver el inmenso valor del trabajo del maestro. Y seguro producirá una mejor compresión y trato hacia quienes han hecho de la docencia su actividad fundamental.

En la etapa de recogimiento, muy temprano se preparan los alimentos. Si somos honestos, tenemos que reconocer que es una tarea de mamá, aunque luego viene el desquite, pues hay que arreglar y vestir a los críos y entonces va la nuestra. Cuando inicia la sesión por TV, ya tienen que estar aseados y alimentados. La experiencia nos dirá si puede mantenerse el paso durante todo el período escolar. Debo confesar que a veces considero muy cargados los cursos, cuando dejan a los niños tareas muy extensas. Luego razono que los pedagogos lo consideraron necesario y me trato de adaptar.

No creo que tengamos alternativa: en el período de pandemia hay que entrarle a lo virtual, pues de otro modo nos quedamos con nada. En la etapa mixta (o híbrida, como le llaman los expertos), sabremos cómo se maneja la dualidad de lo digital con lo presencial. Tengo la firme convicción de que nada suple la labor del docente, porque estimo que la educación es un proceso dialógico y el diálogo requiere de las dos partes: el enseñante y el aprendiente. Otra lección aprendida es que la máquina no proporciona todos los elementos del saber. La parte socioemocional la otorga la madre (y a veces el padre) que están al lado del niño o de la niña comentando, poniendo ejemplos y haciendo valoraciones conjuntas acerca de lo estudiado. Ya estamos pues en la actividad escolar. Tengo la esperanza de que venceremos al coronavirus y que llegará el día en que volvamos pronto a lo vital del proceso enseñanza-aprendizaje.

 

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